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martes, 10 de abril de 2007

Días por tierras murcianas

CIEZA, 4 DE ABRIL DEL 2007 LA LINDA TAPADA

Llevamos varios días en este pueblo, bueno, no se si se llama así porque veo muy poquitas casas pero si millones de árboles con mogollón de espacio para correr. También hay visitantes peludos, dos enormes negrotes que sus patas son como torres que me permiten pasar por debajo de ellos sin agachar la cabeza, de momento nos gustamos pero cuando ella lo acaricia, ayyyy me da un poco de barullo por dentro y ladro, poco pero se me escapa.

Ando muy poquito suelto, el día que me dejaron correr fue demasie, galope y galope, me puse de barro hasta las rodillas pero que requetebién me lo pasé sorteando los árboles, subiendo montañitas, oliendo los mil olores de por allí. Lo mío son los espacios abiertos para galopar y galopar pero el otro plan de estas vacaciones que es estar con ellos todo el día también me gusta. El espacio que tenemos es pequeñajo de verdad, suficiente para resguardados del agua y del viento. Tengo conquistado a Rob, con sólo insinuarle que quiero subir, me coloca en sus piernas y me acaricia todo el tiempo, me emboba, que a gustito me quedo horas y horas ahí mirando como pasean todo tipo de gentes y bichos, a veces bajo y duermo un rato debajo de la mesa, vamos que vivo a cuerpo de rey.
Ella es la que me da paseos largos por las calles y parques siempre y cuando no llueva, sabe que no me gusta mojarme las patas, incluso me lleva en volandas hasta el coche cuando se han formado charcos que me impiden saltarlos por ser como piscinas para mi.
Dormimos a las mil maravillas, camas amplias y confortables, con algún inquilino por ahí cerca que me provoca avisar de su presencia pero de momento con un “calla Coffee” me tranquilizo porque veo que ellos están al loro como yo y si ellos no los ven como intruso, yo tampoco.

Hoy nos hemos quedado Ella y yo en la casa, me tiene aquí atado no se por qué, tal vez para que si llegan los crios que hay, no los asuste.
Y eso debe ser porque me ha reñido cuando he ladrado al llegar los franceses, bueno más que ladrar era encabritarme loquito, es que me han asustado, estaba tan bien durmiendo a sus pies que me han sobresaltado. Me ha acercado a que la oliera y ya está relajado como un peluche.

Dicen que me porto muy bien y por eso están tan cariñosos conmigo.
El único rato malo es el que vamos en coche, eso de ir sin jaula donde sentirme seguro me marea un poco. La fórmula es pegarme a ella como una lapa y que me sujete como si llevara un tesoro en las manos, entonces disfruto un poco más.
He descubierto cuanto me gusta sacar la cabeza por la ventanilla, poniéndome cara de velocidad.
Está siendo diver esto de las vacaciones.



Otro día contaré como acaban, ya faltan pocos días.



Chao.


Coffee

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